¿Por qué no adelgazo?
Cambiar de hábitos alimentarios requiere en la mayoría de ocasiones un gran sacrificio. Diariamente nos enfrentarnos a ciertas circunstancias que suponen un esfuerzo “extra”: cuando vamos al supermercado y pasamos por esos pasillos llenos de alimentos ultraprocesados e insanos, cuando vemos la tele después de cenar y ponen esos anuncios de chocolate que te comerías en un abrir y cerrar de ojos, cuando comemos fuera de casa y podemos elegir entre varios platos tan apetitosos, diferentes bebidas y ¡esos postres! …
Pues bien, la pérdida de peso no es fácil, eso es así, además del esfuerzo tanto físico como mental que requiere, nuestro cuerpo no reacciona siempre como quisiéramos.
Muchas veces escuchamos a personas que van cambiando sus hábitos, diciendo: “pero si ahora como muchas más hortalizas, frutas y verduras que antes”, “si ahora bebo más agua”, “si he dejado los dulces y el azúcar”, “ahora salgo a caminar todos los días, pero no se nota en la báscula ¿para qué me esfuerzo tanto?”.
El cuerpo no funciona como una calculadora: “como menos calorías de las que gasto y adelgazo”. ¡Ójala fuera tan “sencillo” perder peso! En nuestro organismo influyen muchísimos factores que pueden dificultar la pérdida de peso y si después de este gran esfuerzo no lo vemos reflejado en la báscula nos frustramos o nos enfadamos con nosotros mismos y en ocasiones dejamos de cuidarnos.
Algunos factores que pueden influir en la pérdida de peso son la edad, la altura, la composición corporal, la medicación que tomas, el ejercicio físico y el movimiento que realizas durante el día, la genética, las variaciones hormonales, el estrés, el sueño, las emociones, la dieta, el estado de la microbiota intestinal, las posibles alergias e intolerancias alimentarias, los factores culturales, las costumbres, etc.
Como ves, no es fácil resumir todos estos factores en un número que te da la báscula cada día o cada semana, así que déjate de agobios y procura llevar una vida lo más saludable posible.
No te obsesiones con el número de te da la báscula, sé constante y verás cómo poco a poco mejoras: quizás peses lo mismo pero puedes abrocharte el cinturón en un agujero menos o subir más ágil las escaleras.
Fíjate cómo te encuentras, qué cambios vas notando y cómo te sientes tanto por fuera como por dentro.
Disfruta del camino y recuerda…
¡Sin prisas la vida es mejor!